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El Cister en la Península Ibérica
La península ibérica en los siglos XI a XIII
Durante estos tres siglos, la península está en el proceso de la Reconquista. Dividida en los reinos de Castilla, León, Navarra y Aragón. Fernando I fue el primero que se tituló como rey de Castilla (1037) tras su victoria sobre el rey leones Vermudo III, anexionándose el reino de León. Los reyes castellanos consiguen grandes victorias durante el siglo XI hasta que Alfonso VI conquista Toledo (1085), posibilitando la repoblación del territorio entre el Duero y el sistema central ,extendiéndose hasta Extremadura y Portugal. La Conquista se detiene por la unificación de Al-andalus por los almorávides (batalla de Uclés 1108), hasta que a finales del primer tercio del Siglo XII se reinicia con Alfonso VII que se extiende permitiendo colonizar el valle del Tajo. La muerte de Alfonso VII coincide con una nueva reunificación árabe bajos los almohades, y con la división de Castilla y León, hasta la Batalla de las Navas de Tolosa (1212) con Alfonso VIII, que permitió la desintegración del poder almohade y la repoblación de la meseta sur. En menos de medio siglo se conquista toda la Andalucía bética, en 1236 se conquista Córdoba. A finales de 1248, Fernando III entra en Sevilla después de un largo y duro asedio de la ciudad. Es en la zona vecina al Duero donde se hace mas necesaria la labor colonizadora debido a la escasez de población y es en esta zona donde la labor colonizadora de los monjes se benefició de las donaciones de reyes y nobles que conocían bien su capacidad como trabajadores.
El Cister en la península Ibérica
A pesar de que existe polémica entre los especialistas sobre cual es el primer monasterio cisterciense de la península, parece que el primer asentamiento de los monjes fue en 1140 en el monasterio de Fitero en Navarra, entonces perteneciente a la corona de Castilla , donde reinaba Alfonso VII el Emperador, aunque otros autores consideran a los monasterios de Sobrado dos Monxes o Moreruela anteriores. Alfonso VIII fundará el monasterio de las huelgas reales, y conseguirá que sea la casa madre de todos los monasterios femeninos de Castilla. Ramón Berenguer IV conde de Barcelona, donó las tierras de Poblet para el primer asentamiento en terrenos de la corona de Aragón. La mayoría de las fundaciones en la Península se realizan en la segunda mitad del siglo XII, siendo además estas las que tendrán mas éxito. El procedimiento se repite en cada fundación, un grupo de doce monjes, procedentes del monasterio fundador o casa madre, ocupaban el lugar procedente de la donación real, y se encargaban de preparar el lugar para la futura comunidad, estas primeras construcciones debieron de ser modestas y no se conserva ninguna. El asentamiento de las comunidades se benefició de la falta de interés de los monjes por los asuntos políticos y monetarios, por lo que no lesionaban las ambiciones de clérigos y nobles. Por otra parte su capacidad para organizar el trabajo agrícola, con gente preparada que controlaba a un grupo grande de conversos dedicados a estas tareas y sometidos voluntariamente a la disciplina de los monjes, permitía tener mano de obra dispuesta a trabajar tierras improductivas. Esto, acompañado del prestigio de la orden , hace que muchos devotos entren en los monasterios con el consiguiente crecimiento de los cenobios y la necesidad de ampliarlos y mediante las riquezas obtenidas, construir los grandes complejos que han llegado hasta nuestros días. Los nuevos monasterios se fundan a partir de otro o "casa madre", en la península fue sobre todo Morimond en la parte centro y Aragón la gran fundadora, mientras que en Galicia, León, Cataluña y Portugal, fue Clairvaux la que cumplió este papel. Los monasterios de la península no se ajustan en su construcción a sus casas madre, salvo en la distribución general de los monasterios. Existen importantes influencias locales, de grandes construcciones de la época como la catedral de Santiago de Compostela con su influencia en las construcciones de Galicia, En Gradefes la cabecera es similar a la de la catedral de Ávila y Santo Domingo de la Calzada. En algunos monasterios los frailes tuvieron una participación en su construcción, pero la existencia de los localismos descritos indican que los monjes tuvieron que utilizar mano de obra local, incluidos probablemente arquitectos. La existencia de marcas de cantero en las piedras de distintos monasterios, nos indica la presencia de grupos de canteros profesionales y por tanto asalariados no religiosos.
Fray Martín de Vargas y la Congregación cisterciense de Castilla
A finales del siglo XIV se sitúa el nacimiento de este religioso, de cuyo nacimiento y primeros años de vida no existe apenas datos. La mayoría de los autores que ha estudiado sobre su vida, consideran su nacimiento en Jerez de la Frontera, pasando sus primeros años en el estudio de la teología y viviendo en Roma donde profesó en la orden de San Jerónimo, llegando a ser confesor y predicador del Papa Martín V. Fray Martín deja Roma y se convierte en monje del monasterio de Piedra por lo que toma los hábitos de la orden del Cister lo que sucedió sobre el año 1420. En este monasterio que en aquel momento era de los que conservaban la observancia de la regla y no habían sucumbido a la relajación y desánimo que cundía en la mayoría de los monasterios de la orden, coincide con un grupo de monjes interesados en mantener la pureza de la observancia, lo que contribuyó en gran medida al movimiento de reforma que protagonizó nuestro fraile y que daría como fruto la Congregación Cisterciense de Castilla. Durante cuatro años, se madura la idea de una nueva reforma que rompiera con la historia y las estructuras históricas del Cister, y finalmente, decide viajar a Roma para poner en conocimiento del Papa sus intenciones. La idea era fundar en Castilla tres o cuatro pequeñas fundaciones, que quedasen fuera de la disciplina del capítulo general de la orden, y que tuvieran mandatos de tres años y dependieran del abad del monasterio de Poblet. Se trataba por tanto, de romper con los vicios establecidos de abades vitalicios y monasterios abandonados a su suerte, por la organización clásica del CIster. A pesar de resistencia iniciales, finalmente el Papa Martín V expende una bula "pia Supplicum vota" en la que animaba al reformador y le autoriza erigir dos eremitorios donde comenzar con la experiencia reformadora. Estos eremitorios deberían: Seguir la regla de san Benito al pie de la letra. No se denominarían Abades sino Priores, estaban exentos de la jurisdicción del abad de Cister. En caso de conflicto podrían recurrir al abad de Poblet. Martín de Vargas tendría la consideración de reformador durante toda su vida y a su muerte, sus sucesores lo serían por trienios o quinquenios. Podían los monjes de otros monasterios abrazar la reforma. Tras un año de estancia en Roma, regresa a Piedra con la misión cumplida y el ánimo de llevar a cabo la reforma planeada, lo que le supondrá grandes enfrentamientos con la estructura histórica de la orden y su capítulo general, que nunca reconocerán esta escisión. Tras realizar un viaje a Toledo y encontrar allí, a quien estuvo dispuesto a financiar la construcción del primer monasterio, se fundó el monasterio de Montesión, que será la cuna de la nueva reforma, poniendo la primera piedra en 1427, ceremonia a la que probablemente acudieron los monjes de Piedra que habían participado en el proyecto. Posteriormente fueron D.Alvaro de Luna y el rey Juan II los que intervinieron en donaciones al nuevo monasterio y exigieron a Martín a cambiar de ubicación, siendo nombrado abad de Santamaría de Valbuena, que será la segunda casa que tendrá la reforma en Castilla. La reforma castellana tendrá gran impacto sobre todo en Galicia, donde la mayoría de los monasterios se adhirieron y comenzaron obras de mejora de sus primitivas instalaciones medievales, lo que condujo a la desaparición de muchas de estas, siendo sustituidas por fábricas nuevas y mas cómodas para los monjes.
Congregación cisterciense de la Corona de Aragón
Sería en 1616 cuando una bula del pontífice Paulo V "pastoralis officii", concediera carta de existencia a la reforma de los monasterios de Aragón, Cataluña y Valencia, que previamente llevaban intentando esta reforma desde mediados del siglo anterior, con las resistencias sobre todo de Poblet. Posteriormente, se incorporan los monasterios navarros en 1634. Esto se hará venciendo la resistencia del rey Felipe II que por todos los medios, pretendía que estos monasterios se incluyeran bajo la congregación de Castilla.
Localización geográfica
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Mapa de la península ibérica en el siglo XIII (tomado Google images) |
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