El Cister Ibérico

En 1151, el Conde Ramón Berenguer IV , solicita a los monjes de la abadía cisterciense de Fontfroide, filial de Claravall localizada en el sur de Francia muy cerca de la frontera, que funden una abadía en sus tierras. Los monjes se establecen en una zona, entre la actuales Lleida y Tarragona, cerca de un afluente del río Francolí, ocupada por densos bosques de álamos blancos, de cuyo nombre latino (populetum) tomará su denominación la futura abadía.

El hijo del fundador Alfonso I el casto , le concede numerosos privilegios y Poblet se convierte en un lugar donde se reclutará a una parte importante de los componentes de la nobleza local. En 1194 funda su primera filial en el monasterio de Piedra cerca de Tarazona. El propio Alfonso I elige la abadía como el lugar donde quiere ser enterrado y en esto le imitarán sus descendientes, convirtiendo la abadía en panteón real.

Durante el comienzo del siglo XIII, Poblet sufrirá´como consecuencia de la cruzada contra los albigenses, cuya dirección religiosa será encomendada a un antiguo abad de Poblet, Arnaldo Amaury. Por otro lado la lucha de Pedro I el Católico contra las tropas de Simon de Monfort, afectarán negativamente la vida de la comunidad.

Será en el siglo XIV con el abad Ponce de Copons, cuando el monasterio reinicie su crecimiento, enriqueciendo su biblioteca y realizando numerosas construcciones góticas. Bajo el reinado de Pedro III el Ceremonioso (1336-1348) se levanta la gran muralla de 600 metros de largo , convirtiendose en una de las primeras fortalezas de Aragón. Una segunda muralla proteje otra serie de edificios como el palacio abacial, el hospital y la hospedería. A principios del siglo XIV, la comunidad está compuesta por mas de doscientos monjes.

En 1480, una bula pontificia, concede a Poblet la independencia de Fontfroide, y en 1616, los monasterios cistercienses de Aragón se agrupan en una estructura independiente de Cister. En los siglos XVII y XVIII, Poblet sufre las consecuencia de las guerras , contra la independencia de Portugal, contra Cerdeña y Sicilia, contra Francia e Inglaterra, que se suceden unas a otras hasta arruinar el reino.

La guerra de independencia, el bienio liberal y la desamortización provocan un primer abandono de la abadía en 1823, y el definitivo en 1835. En 1935, se reanuda el culto en la iglesia, y en 1940 acuden a repoblar el monasterio unos monjes de la Congregación Italiana de San Bernardo, desde entonces se mantiene la comunidad hasta nuestros días.