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El refectorio
El refectorio es la sala donde se realizan las comidas de la comunidad, suele ser una sala grande donde se situaban los monjes en bancos corridos adosados a la pared, con las mesas delante de ellos. Suelen ser estancias bien iluminadas, para lo que con frecuencia tenían ventanas en la pared del fondo y ocasionalemente en las paredes laterales. Una construcción característica del refectorio, es el púlpito, desde donde uno de los monjes lee al resto de la comunidad mientras los demas comen. Este púlpito puede ser desde una pequeña plataforma saliente , hasta un elaborado dispositivo con una escalera incluida en la pared para ascender hasta el. En general los refectorios que han llegado hasta nuestros días son de estilo gótico, con bóvedas de crucería, lo que permite conseguir grandes espacios diáfanos para alojar a toda la comunidad, menos frecuente es la estructura con bóvedas de cañón apuntadas, que aparece en algún monasterio. La entrada al refectorio se hace desde el claustro y enfrente de ella, se sitúa el lavatorio, una estructura techada que contiene una fuente de agua donde los monjes podían lavarse antes de entrar al refectorio. Una ventana comunica el refectorio con la cocina, permitiendo el paso de la comida y los platos a través de ella
La actividad del refectorio también está organizada en la Regla de San Benito
En la mesa de los hermanos no debe faltar la lectura. Pero no debe leer allí el que de buenas a primeras toma el libro, sino que el lector de toda la semana ha de comenzar su oficio el domingo. 2 Después de la misa y comunión, el que entra en función pida a todos que oren por él, para que Dios aparte de él el espíritu de vanidad. 3 Y digan todos tres veces en el oratorio este verso que comenzará el lector: "Señor, ábreme los labios, y mi boca anunciará tus alabanzas".
4 Reciba luego la bendición y comience su oficio de lector. 5 Guárdese sumo silencio, de modo que no se oiga en la mesa ni el susurro ni la voz de nadie, sino sólo la del lector.
6 Sírvanse los hermanos unos a otros, de modo que los que comen y beben, tengan lo necesario y no les haga falta pedir nada; 7 pero si necesitan algo, pídanlo llamando con un sonido más bien que con la voz. 8 Y nadie se atreva allí a preguntar algo sobre la lectura o sobre cualquier otra cosa, para que no haya ocasión de hablar, 9 a no ser que el superior quiera decir algo brevemente para edificación. 10 El hermano lector de la semana tomará un poco de vino con agua antes de comenzar a leer, a causa de la santa Comunión, y para que no le resulte penoso soportar el ayuno.
11 Luego tomará su alimento con los semaneros de cocina y los servidores. 12 No lean ni canten todos los hermanos por orden, sino los que edifiquen a los oyentes.
El refectorio es junto con la iglesia y la sala capitular, un espacio donde se reúne la comunidad una o dos veces al día, por lo tanto es un espacio importante dentro del monasterio y es también donde se llevan a cabo sanciones o castigos, cuando el monje no cumple con sus obligaciones, pudiendo ser castigado con la privación de alimento, o con su reducción drástica, a pan y agua, hasta que modifique su conducta.
Los platos de comida cocida, casi siempre vegetales, distinguen la vida cenobítica de la eremítica, en la que los alimentos se consumían crudos, por tanto la comida es un distintivo de la vida comunitaria propia de los monasterios. Los platos asados o a la brasa son poco frecuentes en los comedores monásticos, sobre todo en las etapas iniciales, siendo mas distintivos de la cocina de los grandes señores laicos. En los monasterios cistercienses existían dos equipos de cocina, uno que atendía a la comunidad de monjes y otro que atendía al abad y a los huéspedes, que con cierta frecuencia eran personajes importantes, por lo que comían una comida diferente de la comunidad. (Bibliografía)
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