El Cister Ibérico

Tras casi dos años paralizado en las visitas a monasterios debido a la pandemia de COVID, por fin en el mes de septiembre de 2021, he podido acceder a este monasterio, remoto en su localización y complicado en su acceso, ya que solo se puede visitar durante tres horas un día a la semana. Para llegar al monasterio hay que ascender por una carretera que sigue el curso del río Cenia, hasta llegar al embalse de Ulldecona. Verdaderamente el camino merece la pena por la belleza del entorno, el cañón formado por el río y los bosques de pinos, hacen el camino llevadero a pesar de las curvas. Enclavado en el parque natural de la Tinença de Benifassa, se accede al monasterio por una larga recta flanqueada a ambos lados por una empalizada de cipreses. En la portada del recinto amurallado, un cartel advierte de la limitación de la visita

En este paraje, en lugar cercano al monasterio existía un castillo de época musulmana, cuya tenencia dará el nombre al lugar. El castillo que ya estaba reconquistado en tiempos de Alfonso I se otorga en propiedad a la catedral de Tortosa y unos años mas tarde durante el reinado de Pedro II se adjudica a Guillem de Cervera, intentando llevar a cabo un proceso de repoblación en una zona de difícil acceso y escaso terreno fértil, solo compensado por la utilización forestal y ganadera. En 1229 Jaime I confirma la donación a don Guillem, que ese mismo año profesa en el monasterio cisterciense de Poblet, y al que dona sus posesiones del castillo y sus términos, confirmando esta donación un año después. Esto causa un conflicto entre el primer receptor de la donación, la catedral de Tortosa y Guillem, cuya donación por Pedro II ignora la anterior hecha por su padre. Finalmente se firma una concordia entre el cabildo de la catedral y el monasterio de Poblet, que pasará a ser el nuevo propietario del castillo, a cambio de la mitad de los diezmos de la tenencia que serían para la catedral. En la resolución del litigio se incluía una clausula por la que el monasterio de Poblet se comprometía a la fundación de un monasterio filial del suyo, razón por la que el rey se ve obligado a dictar el instrumento de fundación del nuevo monasterio en Tortosa el 22 de noviembre de 1233. Un mes mas tarde ya se encontraban en el sitio los once monjes fundadores bajo el mando del abad D. Juan de Cortit, procedentes del monasterio fundador, inicialmente asentándose de manera provisional en el castillo.

En 1246, el rey Jaime I pide al papa Inocencio IV, la absolución de las penas por el impuestas, por haber cortado la lengua al obispo de Gerona Berenguer de Castellbisbal, que había propagado rumores sobre los amores del rey con Teresa Gil de Ridaura, rompiendo el secreto de confesión. El papa le impone para ganarse el perdón, la obligación de acabar las obras de la abadía de Benifassa que ya estaba comenzada, pero probablemente interrumpidas. Cuatro años mas tarde en 1250 la comunidad con su abad Guillem de Almenara, se traslada a las estancias definitivas, aunque no existiera ni la iglesia ni otras estancia esenciales.

En 1264 se produce la solemne colocación de la primera piedra de la iglesia abacial, en presencia del abad, Berenguer de Concabella y del obispo de Valencia Andreu d'Albalat. La primera misa se oficia el 29 de marzo de 1276, aún cuando solo estaba terminado el ábside y posiblemente las capillas laterales. Después de este año no se tienen noticias de la actividad constructiva en el monasterio, hasta que a comienzos del siglo XIV bajo el abaciado de Pons de Copons que luego sería abad de Poblet, se tiene noticias de la construcción del pabellón de la fuente, la Sacristía y la Sala Capitular

La nave central se inicia en 1460, bajo el abadiato de Bernado Llorens de Tortosa, posteriormente en el siglo XVI se construye el muro perimetral, el Palacio nuevo del Abad y la planta alta del claustro y el calefactorio, por ultimo en el siglo XVII se completan los brazos del crucero

A partir del siglo XVIII comienzan los problemas del monasterio, primero durante la guerra de sucesión, que obligo al abandono del monasterio desde 1706 a 1713, con el consiguiente deterioro, y posteriormente la guerra de Independencia, produciría la incautación de los bienes del monasterio hasta la restauración de Fernando VII.

La desamortización de Mendizabal acaba con la comunidad, produciendo el olvido y la ruina del monumento, a pesar de ser declarado Monumento Nacional en 1931. Finalmente la diputación de Castellón procede a la restauración en los años 60 del pasado siglo, y se cede los derechos a la orden de San Bruno que tiene una comunidad de monjas cartujas de clausura, que ocupa el monumento en 1964 permaneciendo en la actualidad.

En la revisión del monasterio solo puedo incluir la iglesia que es lo único accesible a las visitas, si bien se conservan claustro, sala capitular y refectorio. Un lástima que no se puedan compaginar el recogimiento de la clausura, con la posibilidad de contemplar las bellas estancias del monasterio.