Monasterio de Santa María de la Oliva
En la cercanía del río Aragón en una fértil vega regada por este caudaloso afluente del Ebro, se sitúa este monasterio cisterciense desde su origen, construido sobre lo que fue en su tiempo un poblado romano, del que se han recuperado diversos vestigios.
Como siempre es complicado establecer la fecha de fundación, estamos en una zona frontera entre los reinos de Aragón y Navarra, por lo que siempre se ha situado en zona de conflicto entre ambos reinos. Existe un documento en el que el rey García Ramírez de Navarra hace donación del lugar de la Encisa al monasterio de Scala Dei francés que data de 1134, pero de este documento no se ha podido establecer, ni la autenticidad de la fecha ni del documento. Los datos mas fiables de que disponemos en la actualidad datan de 1145, año en el que en un documento, el mismo rey navarro hace donación del lugar de Oliva, al abad Raimundo de Niencebas (como ya hemos visto terminaría siendo de Fitero). Por tanto esta parece la fecha mas probable para su fundación, si bien sigue existiendo una importante polémica entre los estudiosos de este monasterio (Bibliografía). En 1147 el Papa Eugenio III confirma la donación a Niencebas. Dos años mas tarde, en 1149 es el rey aragonés Ramón Berenguer IV el que emite un nuevo documento confirmando la donación de este lugar a la abadía de Scala Dei, lo que nos indica la conflictividad de la zona y los diversos cambios en las fronteras de estos dos reinos. Ese mismo año tras firmarse la paz entre los dos monarcas, García Ramírez otorga un nuevo documento de confirmación. Todos estos cambios nos pueden indicar que el monasterio no fuera erigido inmediatamente de la donación sino que durante años fueran posesiones y granjas de Niencebas, y que tras establecerse una comunidad de monjes fuera poco a poco adquiriendo su propia estructura monacal. En septiembre de 1150 es el capítulo general del Cister el que acoje bajo su jurisdicción las abadías de La Oliva y Veruela quedando adscritas como filiación de Niencebas. Ese mismo año se produce la donación de García Ramírez de los lugares de Oliva, Castelmunio y Encisa a Bertrando, primer abad de la Oliva. En 1152 el Papa Eugenio III reafirma sus posesiones y la pone bajo su protección. En 1161 el capítulo general de Cister, decide poner los monasterios de la Oliva y Veruela bajo al filiación de Scala Dei, siendo notificada esta situación mediante documento emitido por el abad de la casa francesa.
La abadía se desarrolla con la protección de reyes y nobles, y los privilegios otorgados por los sucesivos Papas, llegando a tener grandes posesiones en Navarra y Aragón, y participando sus abades en las cortes de Navarra. Algunos de los abades llegaron a ser consejeros de reyes como Lope de Gallur que los fue de Carlos II, e incluso uno de ellos, Pedro de Eraso llego a ser regente del reino en ausencia de los monarcas en el siglo XVI. Otros llegaron a ostentar cargos como el obispado de Jaca y Urgel con el abad Luis Aux de Armendáriz, que murió sin poder tomar posesión del cargo de arzobispo de Tarragona.
El siglo XIX acabó con el monasterio a raíz de la desamortización de 1835 cuando el monasterio se disuelve, tras haber sufrido varios abandonos, con la invasión francesa en 1809 y posteriormente en 1821 se produce la exclaustración por el gobierno constitucional, recuperándose la vida monacal en 1823 hasta el cese definitivo de 1835. El monasterio fue abandonado hasta que en 1926 monjes de la comunidad cisterciense de Getafe ocupan de nuevo el monasterio tras firmar un acuerdo con la Diputación Foral de Navarra, recuperando el rango de abadía en 1948, siendo el abad José Olmedo.
Visité el monasterio en el verano de 2019, quedando con la impresión repetida de la monumentalidad de los edificios y de la austeridad, que en el se desarrolla en toda su intensidad. Grandes espacios, sensación de solidez quizás acentuado por la escasa iluminación que nos deparó el día, y también por la iluminación que se ha realizado artificialmente de la iglesia, que se suma a la austeridad