El Cister Ibérico

Un recorrido por los monasterios cistercienses de la península ibérica

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Situación

Renedo de la Vega

Palencia

Filiación

Clairvaux / Sobrado / Benavides / Vega

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Carrión de los Condes

 

Monasterio de Santa María de la Vega

El ultimo monasterio cisterciense fundado en Castilla. A orillas del río Carrión en la provincia de Palencia se alzó este monasterio, siempre humilde y que ocupa una modesta página en la historia del Cister español.

Monasterio cuya fundación se debe a iniciativa privada, y del que se conserva el documento fundacional, lo que permite conocer tanto la fecha, como la composición completa del dominio monástico, lo que ocurrió en abril de 1215.

El matrimonio compuesto por Rodrigo Rodríguez Girón, y su mujer Inés Pérez, conceden la vega que poseían entre Saldara y Carrión, que poco antes habían recibido de Enrique I. D. Rodrigo, hermano de D. Gonzalo mayordomo del rey Alfonso VIII, asistió junto a el a la batalla de las Navas de Tolosa

Los fundadores eligieron a la Orden del Cister y para ello se pusieron en contacto con el abad del monasterio de Benavides, del que saldrían los monjes fundadores, a la cabeza de ellos el abad Munio que recibe la donación.

La donación es importante en su magnitud, con propiedades diseminadas en quince lugares distintos, dos iglesias y parte de otras ocho, ademas del compromiso de construir la iglesia el claustro y demás oficinas del monasterio. Los abades de Carracedo Y Bujedo, son comisionados por el Capítulo General de Cister, para comprobar la idoneidad de la donación y sobre todo que no estuvieran las posesiones sometidas a litigios, que tantos problemas les habían causado en el pasado.

El monasterio tardará en construirse varios años, teniendo que mantenerse la comunidad fundacional de manera provisional, en el palacio del fundador en Carrión de los Condes.

Recibe donaciones de Enrique I, que entrega la villa de Agüero, con todas sus posesiones, vasallos, jurisdicción, derechos y rentas, en documento fechado febrero de 1216, siendo el abad D. Munio de nuevo el receptor del documento.

A la muerte de D. Rodrigo su hijo D. Gómez Ruiz de Macanedo, confirma las donaciones del padre y las aumenta, con la concesión del lugar de Celadilla, con sus vasallos y jurisdicción. Además ordena que a su muerte sea enterrado en el monasterio, junto con su mujer Dª Mencía. Su Hijo Gonzalo Gómez Manzanedo, así mismo confirmará las donaciones y su deseo de ser enterrado en el monasterio, además se esfuerza en terminar las obras de construcción y recurre al monarca Sancho IV, consiguiendo liberar a los monjes de cargas económicas, refiriéndose el rey al monasterio como "pobre e menguado", indicando que en la fecha de 1289 no se habían completado la iglesia ni el claustro.

Pocas noticias hay del monasterio en los años sucesivos, alguna confirmación de privilegios por parte de Fernando III, Alfonso X, Sancho IV y otros monarcas, hasta llegar a los Reyes Católicos. Juan I libera al monasterio de la tiranía a la que le sometía un tal Pedro Manrique, que había usurpado la hacienda de Celadilla con sus vasallos.

Numerosas bulas papales concedieron al monasterio multitud de gracias y favores, o tomando bajo su protección los bienes del cenobio, así Honorio III, Gregorio IX, Inocencio IV que libera a los monjes de pagar diezmos de sus posesiones, ademas de eximirles de acudir a los sínodos. Alejandro IV le concede la exención completa de los prelados diocesanos, impidiendo que estos visitaran el monasterio, dejando esta labor únicamente a los abades del Cister y a los de Benavides por ser la casa madre. Todos estos beneficios se concedían a todos los monasterios de la Orden,no específicamente al de la Vega.

En el siglo XVI, a la muerte del último abad perpetuo del monasterio de la Vega, Don Bautista del Castillo, el hijo del duque del infantado D. Martín de Mendoza, clérigo secular, se convierte en abad comendatario del monasterio, manteniéndose entre 1513 y 1525, cuando el general de la Congregación Cisterciense de Castilla, Fr. Ignacio de Collantes, recurre al emperador Carlos V pidiéndole la incorporación a la observancia española, tanto de este como de todos los demás monasterios castellanos. El rey emite una provisión por la que permite al padre general tomar posesión del monasterio, privando de la Abadía a D. Martín, y eligiendo entre el y el capítulo abacial al nuevo abad trienal. Se nombró como nuevo abad a Fr. Bernardo de Barrantes el año de 1525. El nuevo abad recorre todas las propiedades del monasterio, para afirmar su presencia y propiedades. En el lugar de Celadilla, retira la vara de merino y cesa a los regidores para nombrar unos nuevos, pero estos nombrados por D. Martín ofrecen gran resistencia, por parte de este último, pues los nombramientos eran suyos, originando muchos pleitos, requerimientos y demandas. Al ser D. Martín de casa noble e influyente hubo de llegar a un arreglo por el que D. Martín recibiría durante toda su vida el nombramiento de Abad de Santa María de la Vega, ademas de cobrar 90.000 mrs anuales de las rentas del monasterio, nombrando a un religioso con el título de Presidente para mantener el régimen temporal y espiritual. De esta manera Fr. Bernardo terminó siendo Presidente del monasterio. Muere D. Martín en 1535, siendo elegido como nuevo abad Fr. Andrés de Fuensalida, desempeñando el cargo hasta 1538.

En 1538 nuestro abad Fr. Andrés, valiéndose de la amistad que tenía con D. Juan Fernández Manrique, embajador de Carlos V ante la Santa Sede, consiguió ser nombrado abad perpetuo y obispo de Trípoli, a espaldas de la Congregación castellana, tomando posesión de la abadía. A los pocos años, el abad se encuentra enemistado con la comunidad y toda la congregación, por lo que intenta devolver la abadía a la Congregación, aunque con algunas condiciones, que el general de la misma consintió como mal menor. De nuevo se recurre a nombrar un Presidente, reconociendo a Fr. Andrés el título de abad, ademas de cien ducados en dinero, treinta cargas de pan mediado de trigo y cebada, mas 24 gallinas, cada año. Se firma la concordia el 10 de junio de 1543, siendo testigos Fr. Lorenzo de Orozco, abad de la Espina, Fr. Benito de Valladolid , secretario del reformador y el Propio Fr. Andrés de Fuensalida.

No terminan aquí los conflictos del monasterio, pues existía una cesión de la abadía por parte de Fr. Andrés a un hijo del nombrado Juan Fernández, como pago a los nombramientos de abad y obispo, lo que suponía una nueva amenaza para el monasterio, que hubo de resolverse con nuevos pagos al tal Antonio Manrique para renunciar a sus derechos sobre la abadía, y posteriormente, a un servidor suyo, el clérigo Antonio Núñes de la Alameda, que a su vez renunció a los derechos a cambio de 300 ducados.

Finalmente Fr. Andrés muere en 1557, con lo que quedó el camino libre para la Observancia de Castilla en Santa María de la Vega, nombrándose como abad a Fr. Jorge de Mella que venía ejerciendo como presidente, manteniéndose solo un año, siendo sustituido en el Capítulo General de1557, Fr. Diego Osorio.

El monasterio siempre fue modesto, con problemas económicos y fue perdiendo poco a poco sus edificios que terminaron en ruina, exceptuando la iglesia, que llegó hasta la desamortización.

La invasión francesa arrasó el monasterio, quedando totalmente desmantelado e inhabitable, con la comunidad de monjes desaparecida, sin que se tenga noticia de su suerte. El 7 de agosto de 1820 Visita la situación, el abad de Benavides encontrando que no se hallaban en el monasterio, sino en una casa que tenían los monjes en Renedo, donde permanecieron a pesar de un intento de reconstrucción del monasterio que no se llegó a conseguir por la falta de medios y la llegada de la desamortización de 1835 , siendo el monasterio vendido y terminando con la ruina total en que se encuentra en la actualidad, convertido en explotación agropecuaria. (Bibliografía).

Palano del monasterio de Santa María de la Vega

Plano del Monasterio de Santa maría de la Vega (Enciclopedia del Románico digital)

La iglesia