El Cister Ibérico

Considerado como el segundo monasterio fundado por el Cister en la península ibérica, lo hace a través de una donación de Alfonso VII a Martín Cid, caballero que se había retirado a esta zona de Zamora, con el propósito de llevar una vida de oración y aislamiento. Conocida por el rey la existencia del anacoreta, realiza una donación, con el objetivo de que se funde un monasterio bajo al observancia cisterciense. La donación real se realiza en 1137 y se otorga a "Martín Cid y monjes cistercienses que viven con el en la alberguería......" lo que indica que ya en esa fecha había una comunidad cisterciense en el lugar, que atendía un albergue que daba cobijo a los caminantes en una zona despoblada, a medio camino entre Salamanca y Zamora, en un lugar llamado Bellofonte, siendo conocido como Santa María de Bellofonte o de Peleas, para ello solicita al monasterio de Claraval cuatro monjes para comenzar la vida monástica. A Martín Cid que muere en 1152, le sucedió como abad D. Egeas.

En 1232 Fernando III, dispondrá el traslado del monasterio a su nueva localización de Valparaíso, al parecer debido a la poca adecuación del lugar original, añadiendo a esto que el lugar de nacimiento del nuevo rey fue en esta zona. Desde este momento pasa a llamarse Nª Sª de Valparaíso. El rey manda edificar un nuevo monasterio e iglesia a costa del erario público realizando además donaciones de varias joyas personales. Las obras se concluyeron y se realiza la consagración de la iglesia el 16 de septiembre de 1236, así como el traslado de los restos de Martín Cid que será enterrado en el nuevo monasterio.

Durante su existencia tendrá dos filiaciones, la de Santa María de Gómez Román y la de Santa María de Aguiar en Portugal

El monasterio se suma a la reforma de la Congregación Cisterciense de Castilla sin que exista documento que lo acredite, pero confirmado por bula de Eugenio IV en 1437 y posterior confirmación de Julio II , situación que confirman posteriormente los Reyes Católicos el 9 de diciembre de 1486

La lista de Abades se prolonga hasta 1832 con D. Gerardo Carvajal, siendo a partir de esta fecha cuando el monasterio es desamortizado y abandonado terminando por desaparecer, no quedando en su localización sino un monumento a Fernando III que celebra el lugar de su nacimiento (Bibliografía)